Sumario

V閍se el D [CASTILLA Y LE覰] 33/2002, 28 febrero, por el que se regula el Sistema de Alerta Sanitaria en materia de Sanidad Animal (獴.O.C.L.� 4 marzo). V閍se el D [CASTILLA Y LE覰] 266/1998, 17 diciembre, por el que se aprueba el Reglamento General de Sanidad Animal (獴.O.C.L.� 21 diciembre).

Exposici髇 de Motivos

No es necesario rodear de afirmaciones enf醫icas un hecho tan evidente como la importancia socioecon髆ica de la ganader韆 de Castilla y Le髇; ni siquiera la frialdad de los n鷐eros y porcentajes sorprender韆 a los habitantes de esta Comunidad, dado el enraizamiento pecuario de esta regi髇, que se pierde en los mism韘imos origenes de la Mesta. Pero no es este el momento de reverdecer instituciones, sino de mirar hacia el futuro que, en materia de ganader韆, pasa por conseguir un sector competitivo que nos permita producir con la mayor rentabilidad e introducir nuestros ganados y sus derivados en otros mercados, ya sean nacionales o extranjeros. Es cierto que tan ambicioso objetivo debe ser abordado desde m鷏tiples perspectivas, pero sin duda el estado sanitario de la caba馻 ganadera castellano-leonesa es un factor determinante para conseguir altas cotas de rentabilidad y as� poder hacer competitivos nuestros productos. A ello, adem醩, se une la imperiosa necesidad de disponer de una ganader韆 saneada, a la que se permita, al igual que a sus derivados, pasar nuestras fronteras hacia el resto de los pa韘es comunitarios, sin que se conviertan en obst醕ulos las tradicionales epizootias que han aquejado a nuestras explotaciones pecuarias, enfermedades, por otra parte, impropias de un pa韘 europeo en los umbrales del a駉 dos mil.

Tampoco son f醕iles de solucionar estos problemas en Castilla y Le髇, regi髇 de amplia extensi髇 geogr醘ica y de notables carencias, pese a que la Administraci髇 auton髆ica ha realizado importantes esfuerzos presupuestarios e, incluso, ha introducido reformas en la legislaci髇 de epizootias y en la Administraci髇 zoosanitaria que, sin duda, han redundado en la mejora sanitaria de nuestra caba馻. Con todo, ha llegado el momento de abordar una reforma de amplio alcance en este sector del ordenamiento jur韉ico, reforma que precisa del respaldo de los representantes del pueblo castellano leon閟, con el objeto de adoptar determinados aspectos de la legislaci髇 estatal vigente que data, en su mayor韆, de los a駉s cincuenta y que, por sus anacronismos e inadaptaciones a la realidad constitucional y estatutaria actual priva a los 髍ganos auton髆icos de gesti髇 de los m閐ios jur韉icos adecuados y suficientes para aplicar unos instrumentos que en buena medida pueden seguir sirviendo para los objetivos con que fueron concebidos.

La Ley de Sanidad Animal de Castilla y Le髇 pretende, por tanto, establecer los principios para una modernizaci髇 y adecuaci髇 constitucional del ordenamiento zoosanitario de la regi髇, para lo cual tiene competencia el Parlamento territorial, seg鷑 se deriva de los art韈ulos 148.1.7 de la Constituci髇 y 26.9 del Estatuto de Autonom韆 de Castilla y Le髇, al haber permitido aquel precepto constitucional y haber asumido nuestra regi髇 competencias exclusivas en materia de ganader韆.

Este es el t韙ulo constitucional que habilita para la aprobaci髇 de la presente Ley, pues no se contempla otro r髏ulo m醩 espec韋ico que cubra la sanidad pecuaria ni en la Constituci髇 ni en el Estatuto de Autonom韆. Pero tampoco desconoce el presente texto legal otros t韙ulos constitucionales ostentados por el Estado de estrecha vinculaci髇 con la Sanidad Animal, como la ordenaci髇 general de la econom韆 a que aluden los art韈ulos de la Constituci髇 y Estatuto de Autonom韆 citados, o el establecimiento de las bases y la coordinaci髇 general de la Sanidad, debido a la transmisi髇 al hombre de ciertas enfermedades epizo髏icas, o el comercio exterior, de responsabilidad estatal y de evidente conexi髇 con el estado sanitario de la caba馻 ganadera, o, en fin, la regulaci髇 de las condiciones b醩icas que garanticen la igualdad de todos los espa駉les en el ejercicio de los derechos y en el cumplimiento de los deberes constitucionales, que privar韆 de constitucionalidad cualquier regulaci髇 auton髆ica carente de toda referencia a la legislaci髇 estatal siempre que con aqu閘la se produjeran desviaciones o mermas del principio de igualdad.

Por estos imperativos constitucionales, pero tambi閚 con la convicci髇 de que todav韆 siguen siendo de utilidad, la Ley mantiene un buen n鷐ero de los instrumentos jur韉icos tradicionales en este sector del ordenamiento: notificaci髇 obligatoria de las enfermedades epizo髏icas, declaraci髇 oficial de ciertas enfermedades, el control de la circulaci髇 y transporte de ganado, un conjunto de medidas preventivas, el sacrificio obligatorio del ganado enfermo, instrumentos que encajan perfectamente en este texto despu閟 de haber sido adecuados a la estructura organizativa de la Comunidad y habilitados para ser objeto del necesario desarrollo reglamentario, ya bajo los presupuestos del Estado auton髆ico.

Ahora bien, si algunas partes de la nueva Ley se reconocen tributarias de la tradicional legislaci髇 de epizootias del Estado, algunas otras, se馻ladamente el r間imen sancionatorio que contiene, supone una implantaci髇 玡x novo� derivada de los principios constitucionales, adem醩 de adecuar, con el mayor rango dentro de las competencias normativas de la Comunidad Aut髇oma, las sanciones a las infracciones, con el objeto de que la 鷏tima 玶atio� de que dispone nuestra Administraci髇 cumpla los objetivos que el 玦us puniendi� modernamente tiene encomendados.

Es esta la justificaci髇 de la Ley de Sanidad Animal, sanidad que por su transcendencia y efectos, constituye la esencia m韓ima de la ganader韆, ya que representa el factor com鷑 de todas las operaciones a desarrollar en sus tres ciclos de la producci髇, industrializaci髇 y comercializaci髇 y afecta simult醤eamente al triple aspecto de lo econ髆ico, de lo social y de lo cultural, por cuanto es la condici髇 indispensable para la viabilidad de la explotaci髇 pecuaria, resulta imprescindible de necesidad para su utilizaci髇 por la poblaci髇 humana y se reivindica como una exigencia prioritaria e irrenunciable de los pueblos desarrollados.

El aspecto social de la Sanidad Animal, representado por su clara repercusi髇 en la salud p鷅lica, no puede olvidar ni minusvalorar el componente nocivo, molesto e insalubre de los animales, por lo que es necesario controlar, en todo momento y lugar, el impacto medioambiental a cargo de los mismos, mediante el establecimiento de las normas correspondientes.

Las alteraciones en la producci髇 animal, como s韓toma y diagn髎tico de enfermedad, las materias procedentes de animales enfermos o medicados, como problemas t閏nicos de las industrias pecuarias y las enfermedades animales, verdaderas barreras sanitarias en el comercio pecuario, son claros ejemplos de lo expuesto, por lo que cualquier planteamiento serio que se realice sobre las producciones, los productos transformados y los mercados de y para la ganader韆 debe pasar, inexcusablemente, por la Sanidad Animal.

Dada la 韓tima relaci髇 taxon髆ica y de convivencia que las especies animales de renta tienen con la fauna silvestre y con los animales de compa耥a y teniendo en cuenta su id閚tico o similar comportamiento frente a la Epidemiolog韆 Veterinaria, se hace imprescindible extender los preceptos de esta Ley a todo tipo de animales, al margen de su origen y destino, de su ubicaci髇 y movimientos, de su producci髇 y finalidades, de su naturaleza y circunstancias. Porque la Epidemiolog韆 Veterinaria, como ciencia que estudia la enfermedad en las poblaciones animales, as� como los factores que determinan su presencia, no reconoce barreras ni compartimentos administrativos, puesto que debe perseguir, sin trabas ni impedimentos, la determinaci髇 y el origen de la enfermedad, su investigaci髇 y control, la informaci髇 sobre la ecolog韆 tanto de la propia enfermedad en s�, como de los programas establecidos para su control.

La Sanidad Animal hay que entenderla de forma integral, por lo que debe comprender todo aquello que directamente afecte a la salud de los animales e indirectamente, es decir, a trav閟 de los mismos y de sus productos, repercuta negativamente en la salud humana; por ello, la referencia a las enfermedades infectocontagiosas y parasitarias de los animales ser� prioritaria, pero no exclusiva, ya que resulta imprescindible incluir, tambi閚, las enfermedades no infecciosas y de una manera especial las metab髄icas, con el objeto de englobar cualquier causa que pueda constituir peligro para los animales o, a trav閟 suyo y de sus productos, para el hombre. Ello obliga a que esta Ley se vea en la imperiosa necesidad de legislar, adem醩, sobre el empleo en los animales de cualquier sustancia que pueda alterar su fisiologismo y repercutir negativamente en el hombre a trav閟 de los propios animales o de sus productos.

El axioma de que el ganadero es el principal y aut閚tico protagonista de cualquier acci髇 pecuaria y la evidencia de que la enfermedad contagiosa desborda y traspasa los l韒ites de la explotaci髇 individual, impulsa a la Administraci髇 a favorecer y fomentar las asociaciones de defensa zoosanitaria en todos los casos que se consideren adecuadas y a aceptar la participaci髇 en los programas de Sanidad Animal de cualquier entidad p鷅lica o privada que se ajuste a la normativa de esta Ley.

Es necesario, por fin, tener muy presente que no estamos ante una Ley de Epizootias o de las enfermedades infecciosas y parasitarias de los animales, sino ante una Ley de Sanidad Animal y que la sanidad animal implica no s髄o la ausencia de toda alteraci髇, sino la presencia del m醲imo bienestar, como base y fundamento de todos los productos y servicios que los animales pueden proporcionar al hombre.